Homilía de P. Hugo Ara, Rector de la Catedral de Santa Cruz

Hermanos y hermanas:

En el oriente medio existe la cultura del regateo, siempre se puede hacer acuerdos por el diálogo, la negociación y la perseverancia en el pedido y esta negociación hace que nazca la confianza y la amistad entre los implicados en el asunto. Recuerdo de niño en Cochabamba esta costumbre en los mercados, siempre se puede negociar…regatear los precios y cuantas veces esta actitud ha dado inicio a buenas amistades, a conocerse como casero, casera y entablar duraderas relaciones de amistad. En la primera lectura de este domingo también nos hacemos partícipes de un regateo entre Abraham y Dios, no es para bajar precios ni costos, es para conseguir la Misericordia divina. Dios revela a Abraham que va a verificar la maldad que hay entre los habitantes de Sodoma, Abraham queda preocupado, el conoce que en esa ciudad no todos son malos… perversos, hay también gente buena, gente de Dios y comienza a interceder para que la ciudad no sea destrozada por causa de estos justos que habitan en esa ciudad. El dialogo es sincero, lleno de confianza, amistoso y cercano. Abraham no hace oraciones aprendidas o repetidas de memoria…insiste, ruega porque su Fe en el Dios misericordioso y justo es firme. Nosotros también hermanos debemos aprender de Abraham y ser hombres y mujeres de mucha oración. Dios le responde enviándole su luz, indicándole el camino que debe seguir y las opciones que debe tomar comunicándole su fuerza de salvación. Fíjense, Abraham no busca su propio interés, no pide a favor suyo, pide por los demás, pide incluso por los que le persiguen, por los que hacen el mal, su intercesión está llena de confianza en el Dios misericordioso y Abraham se hace mediador de la bendición de Dios para los demás. En el evangelio los discípulos le piden al Señor: Enséñanos a Orar, nosotros también queremos pedirle que nos enseñe a orar, en medio de tantos atentados a la vida y la dignidad de las personas, en medio de inclemencias del tiempo debido al calentamiento global, en medio de violencia cotidiana, inseguridades que no nos dejan estar en paz, accidentes, hospitales sin atención adecuada, infidelidades, violencia en el hogar…Enséñanos a orar cuando hay una cultura que nos hace superficiales, indiferentes ante el dolor humano….enséñanos a orar para que tengamos un corazón misericordioso y nuestra vida sea siempre buscar hacer tu voluntad, oh Dios nuestro….tu voluntad que nos de fuerza y coraje para seguir trabajando a favor de la vida y la paz en la justicia. El Señor nos enseña a orar, su insistencia en las peticiones manifiesta que nuestra tarea como discípulos es la de instaurar el Reino de Dios, en nuestra realidad sufriente y mantenernos abiertos la acción de Dios a favor de su pueblo. Y el Señor nos enseña el Padre Nuestro, esta bella y genuina oración que sintetiza todo el mensaje cristiano, es el contenido de Fe y la Imagen de Dios en quién creemos y hemos depositado nuestra esperanza. Nos dice el Señor, cuando oren digan así: PADRE, dirigirnos con la confianza de hijo a este nuestro Dios que escucha nuestra oración; Santificado sea tu nombre pues su nombre es glorificado cuando su salvación nos alcanza, cuando su gracia transforma nuestros corazones a veces llenos de odio, rencor y de venganzas; su gracias nos alcanza cuando un pecador reconquista, por su arrepentimiento, la dignidad de ser nuevamente hijo…hijo reconciliado y amado. Entonces santificado sea su nombre porque su amor por nosotros, nos provoca esperanza, alegría y gratitud. VENGA TU REINO Es que toda oración del cristiano debe manifestar el deseo de ver realizado el Reino de Dios, pero también es compromiso nuestro, de seguidores del Señor en su Iglesia, hacer que el Reino suceda… se haga realidad la paz, la justicia y nuestras relaciones se rijan por la fraternidad, el perdón y el respeto, sabiendo que nuestra vida depende de Dios y de su voluntad salvífica. Estas súplicas deben cambiar nuestro corazón y hacer posible que nuestra vida se llene de esa gracia de Dios; nos llenemos de su Espíritu para no tener miedo y seguir trabajando por el bien de todos, especialmente los pobres, los que sufren, los que están enfermos y abandonados. DANOS EL PAN DE CADA DIA Necesitamos del pan y las cosas necesarias para tener una vida digna pero también los demás hermanos necesitan de ese alimento y al pedir este pan para nosotros nos comprometemos a que se multiplique la solidaridad y que nadie tenga que sufrir de hambre, deberíamos hacer estrategias para que se erradique el hambre, porque es voluntad de Dios a que trabajemos juntos para que todos tengan el pan de cada día. PERDONA NUESTROS PECADOS COMO NOSOTROS PERDONAMOS Hermanos, no se puede orar con odio en el corazón, no se puede orar cuando clamo venganza; el pedir la misericordia, el perdón de Dios nos lleva también a cultivar sentimientos de Amor y Misericordia. Si tienes algo contra tu hermano, deja tu ofrenda y ve a reconciliarte con tu hermano, así tu ofrenda será grata a los ojos de Dios, nos dice el Señor. Y NO NOS DEJES CAER EN TENTACION Que no caigamos en la lógica del mundo y nos alejemos del evangelio, nos alejemos de la Iglesia, nos alejemos de Dios, en este mundo que quiere ser independiente de Dios… El mundo hoy parece imponernos su orgullo y autosuficiencia delante de Dios…no necesitamos de EL, parece predicar el mundo…hay que quitar los signos que nos muestran a Dios entregando su vida, nos incomoda….por otra parte las preocupaciones, los stress y las ambiciones pueden sofocar la semilla de la Palabra de Dios en nuestra vida. Hay que pedir para no abandonar a Jesucristo el Señor. Y finalmente nos habla a través de la parábola del amigo insistente y nos enseña que nuestra oración debe ser perseverante para llegar a comprender la voluntad de Dios en nuestra vida y nuestra historia y para conseguir esa gracia hay que orar insistentemente. Por ello San Pablo nos recuerda que, nuestra vida de pecado y maldades, fue clavada en la cruz del Señor y que en la pila bautismal fuimos sepultados con Cristo y resucitados en El, por eso no debemos tener miedo, es el propio hijo de Dios que regateó a su Padre Dios por nosotros, El es el justo…el único que nos salvó con su entrega….con su donación en la cruz. Por eso hermanos y hermanas, vivamos una vida nueva llena de confianza, de oración confiante en la misericordia de Dios. Amén.

Homilía de Julio Cardenal Terrazas 20100718